Oremos Padre Santo y misericordioso, que te complaces en los humildes y realizas en ellos, por medio de Tu Espíritu, las maravillas de la salvación, mira la inocencia y la pequeñez de Tu Hijo hecho hombre, y concédenos un corazón sencillo y manso, que, como el Suyo, sepa consentir sin vacilación a cada indicio de Tu voluntad.
Antes de partir, su madre le colgó al cuello un pedazo de paño en el que ella había bordado el Sagrado Corazón de Jesús con la cruz, la corona de espinas y las llamas, de la misma forma en que fuera visto en éxtasis por la vidente de Paray-le-Monial.
Los datos de su biografía nos hacen pensar que esta mujer, monja carmelita, vivió un largo proceso de idas y venidas enfermedad, lucha personal, búsqueda, acomodamiento, crisis, conversión La hondura, la fuerza, la talla humana y cristiana, en ella, se fraguaron al recorrer su propio proceso interior , siendo fiel a lo que iba descubriendo.