El tejido es más que una simple actividad manual; es un arte ancestral que ha acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales. En este artículo, exploraremos el maravilloso mundo del tejido, desde su historia hasta cómo puede beneficiar nuestra salud mental y empoderar a las mujeres. Acompáñanos en este viaje por los entramados de la lana, el algodón y la seda, y descubre cómo puedes iniciar en este fascinante hobby.
Qué encontrarás en este artículoLa Alianza Política Sector de Mujeres (APSM) está conformada por 33 organizaciones en Guatemala. Sus integrantes son mujeres mayas, xinkas, mestizas; jóvenes y adultas; urbanas y rurales que accionan desde diferentes cosmovisiones y luchas. Esta alianza trabaja a nivel mesoamericano junto a otras agrupaciones de mujeres, en especial, en torno a la propuesta de los cuidados y su redistribución vinculada a la red de la vida.
Desde hace varios años, en asamblea general se tomó la decisión de fortalecer los caminos hacia la vida en plenitud, Ütz’ K’aslemal o el Buen Vivir, como propuestas para la organización y sostenibilidad de la vida. Las palabras de las mujeres mayas y xinkas guiaron las reflexiones. Entre sus experiencias y sabidurías ancestrales, reconocimos la importancia de politizar estas propuestas desde sus cosmovisiones, los feminismos y el sentir de las mujeres.
La conciencia sobre las condiciones de las niñas, mujeres y los pueblos está presente, existe la preocupación de que la mayoría de las personas en Guatemala y la región se encuentra en situación de sobrevivencia, en el día a día. El ahora es difícil y genera vulnerabilidad. En este sentido, a partir de reflexiones se acordó la importancia luchar contra las injusticias y también trabajar para construir autonomía, reconectarse con la vida, con el cuidado y continuar con las formas organizativas comunales o barriales.
En un ejercicio de sistematización, las organizaciones de esta alianza visualizaron diferentes acciones para recuperar y recrear prácticas y sentires hacia la vida en plenitud.
Aunque suene simple, esta frase significa movimiento, ejercicios de pensar y cambiar prácticas y sentires. Cuando colocamos la vida al centro de la existencia, significa que las energías serán para cuidarla y potenciar proyectos de vida y no de muerte. Para nosotras ha significado realizar procesos de memoria histórica y así recuperar y resaltar las prácticas de cuidado hacia la red de la vida. Cuidar el agua, los suelos, el aire, el fuego y vincularnos en ese tejido entre todos los elementos que generan la vida. “Es cambiar el imaginario actual, reconocer que hay otras formas para relacionarnos basadas en una concepción interdependiente de todos los seres y elementos que se constituyen en una red de la vida.”
Al sentir la vida desde la conciencia del tiempo milenario, es posible observar cómo las situaciones, procesos o momentos ya han pasado en esta cuenta del tiempo. Este principio filosófico, desde la cosmovisión maya, lleva a la conciencia de la magnitud del cosmos. Ayuda a tranquilizar las ansiedades de la inmediatez que la cultura neoliberal ha impuesto. Este principio nos llama la atención hacia la historia, hacía el recorrido ya hecho.
Poner atención a este principio otorga una ventaja ya que es posible revisar cómo sucedió y qué elementos retomar en situaciones o problemas. Da la oportunidad para decidir desde experiencias u opciones ya vividas por otras, otres, otros. Este ejercicio significa tomar conciencia sobre el tiempo largo para construir el Buen Vivir. El tiempo para cambiar patrones, prácticas, relaciones; para erradicar la violencia.
La acción de contar el tiempo desde la relación con el cosmos o los ciclos de la vida potencia la conciencia de la interrelación de los ciclos de la lluvia, de la luna, de los ciclos menstruales. Algunos ejemplos de esta práctica son los que se realizan para preparar la tierra de siembra cuando inicia la época de lluvia; los momentos de cosechas y las fiestas para agradecer.
Mi formación académica transcurrió en la Universidad Intercultural de Chiapas (unich), donde cursé la Licenciatura en Lengua y Cultura (2013-2017). Esta etapa fue fundamental en mi vida, ya que gracias a esta licenciatura y al contexto del movimiento zapatista en Chiapas, pude aprender a escribir, traducir y leer en mi lengua materna, algo que no había sido posible en otros entornos académicos. Esta experiencia no solo me proporcionó herramientas importantes para mi desarrollo profesional, sino que también fue un despertar, una reafirmación de mi identidad como mujer maya tsotsil.
Ingresar a la unich me permitió reevaluar mi ser como mujer tsotsil, reivindicar mi idioma y mi cultura, y valorar los rituales y prácticas tsotsiles. Dejé de tener miedo de afirmar que soy una mujer tsotsil de Chamo’-Chamula, y comprendí que lo que había vivido en mi educación básica era racismo, algo que debía ser denunciado. Me volví consciente de que ser tsotsil no era algo negativo y, a partir de entonces, tuve la determinación de no volver a ocultar mi identidad.
Antes de finalizar la licenciatura, obtuve una beca para participar en un Seminario de Historia y Liderazgo en los Estados Unidos, en la Universidad de Tucson. Esta beca se otorgaba a jóvenes indígenas con excelentes calificaciones que no hablaban inglés, sino una lengua indígena mexicana, con el objetivo de reconocer y fortalecer nuestras trayectorias. Esta experiencia fue un impulso para seguir escribiendo y fortalecer mi idioma. A lo largo de mi formación, viví el racismo en la educación media, lo que me llevó a ocultar mi identidad, pero esta beca me empoderó y motivó al ser exclusiva para personas de pueblos indígenas. Afortunadamente, en algunos ámbitos académicos se ha valorado el maya tsotsil.
Hasta este momento, mi trayectoria educativa ha estado íntimamente ligada a espacios institucionales, como la licenciatura, el seminario y la maestría, para los cuales tuve que solicitar becas para completar mis estudios, lo que probablemente habría sido mucho más complejo sin ellas. A pesar de haber transitado por estos espacios institucionales, es importante reconocer la lucha de mis compañeras y compañeros zapatistas, ya que la unich fue fundada gracias a este movimiento. Este levantamiento armado buscaba que se reconociera a los pueblos indígenas de Chiapas, y sin él, no habría sido posible que forjara mi trayectoria desde mi idioma y cultura. Por lo tanto, si bien estudié en una institución, fue gracias a un movimiento revolucionario que abrió las puertas a este camino.