1 hora 30 minutos
Lo primero que haremos es enmantecar y enharinar dos moldes de 23cmx13cm (los míos son budineras). Reservamos.
En un bowl colocamos la harina mezclada con la sal, hacemos una corona y en el centro ponemos la levadura desgranada. Por alrededor de la corona distribuimos el azúcar sin que toque la levadura y la manteca pomada en trozos.
Añadimos de a poco la leche tibia en el centro mientras vamos integrando con una cuchara.
Cuando ya no se pueda manejar más con la cuchara, la bajamos la mesada y amasamos. Al principio va a ser un pegote, pero ojo: no te tientes de agregar harina! Seguimos amasando unos minutos y el bollo se irá haciendo cada vez más uniforme y liso. Es. Este punto ya lo podemos pasar al bowl nuevamente y notaremos que ya no se pega en las manos. Lo dividimos en dos bollos iguales.
Inmediatamente (no dejamos descansar ni doblar volumen) vamos a estirar cada bollo en un cuadrado, tomando como referencia el ancho del molde. Comenzamos a enrollar desde el extremo más cercano a nosotros, haciendo presión con las puntas de los dedos hacia adentro del rollo. Cuando terminamos de enrollar vamos a colocar en el molde con el cierre hacia abajo.
Crema de avellana, kinder bueno, virutas y sirope de choco
FRANCIS CRICK 6,90€ / 7,10€PABLO NERUDA 6,90€ / 7,10€Frutos rojos, plátano, dulce de leche y azúcar glass
BOB DYLAN - / 7,10€Tortitas Red Velvet con crema chantillí, fresas, frambuesas y sirope de arce (Contiene colorantes E102, E129 y E122)
Una de mis formas favoritas de usar mermelada en el plato principal es también de las más simples: sacar los tarros y servirlos directamente como si fueran la salsa de acompañamiento. Obviamente no funciona con todas las recetas; las mejores son las carnes asadas, especialmente el pollo. Cuando mi madre cocina pollo al horno siempre hay un desfile de mermeladas y compotas en la mesa para que cada uno se sirva al gusto. Claro que si nos ponemos más exigentes tan solo tenemos que cocinar con ellas.
La de albaricoque casera es fantástica para añadir a salsas, marinados y aliños, tanto para carnes como pescados, ensaladas o proteínas vegetales como el tofu. Pensad también en la típica vinagreta de miel y cambiad el ingrediente dulce por una mermelada al gusto; el resultado será más aromático y menos empalagoso. Otra opción sencilla es sustituir la fruta natural de ciertas recetas por unas cucharadas de mermelada. Las de tomate, pimiento, cebolla o calabaza son estupendas para mezclar con salsas, aderezar cremas y sopas o glasear carnes y verduras.
Para montar un picoteo improvisado o para empezar un menú de lujo no hace falta más que tener una buena tabla de quesos, pan de calidad y algún producto dulce para contrastar. La combinación será vieja pero funciona -y lo hará siempre-, unos aperitivos montados con queso y mermelada pueden ser el mejor manjar. Además las posibilidades de jugar partiendo de esa base son casi infinitas, empezando por ejemplo por un sencillo canapé de tosta crujiente, queso de cabra y mermelada de frutos rojos.
Los frutos del bosque como moras, arándanos, frambuesas o grosellas son los más utilizados para emparejar con quesos, pero podemos experimentar con otras combinaciones. Probad por ejemplo con la mermelada de vino tinto y os enganchará el resultado. También la mermelada acompaña bien los patés y foies, equilibrando su grasa, y en ese caso mejor optar por frutas refrescantes y algo ácidas. Ya sean en canapé, rellenando bocados de hojadre o a modo de salsa para acompañar, estas recetas seguro que os abren el apetito:
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